
Las semillas almacenadas correctamente pueden vivir años. Las semillas mal almacenadas, no. La humedad suele ser el factor que marca la diferencia. Es habitual relacionar el contenido de humedad con la viabilidad de las semillas, pero la actividad del agua es una forma mejor de medir y controlar la humedad de las semillas.
Existe un "punto óptimo" de humedad para las semillas, lo suficientemente seco para minimizar la actividad enzimática, pero lo suficientemente húmedo para evitar la desecación. Cuando se intenta definir ese punto óptimo utilizando el contenido de humedad, la banda es estrecha, lo que dificulta una medición precisa. El intervalo de actividad del agua correspondiente es mucho más amplio, lo que le proporciona una precisión mucho mayor a la hora de definir y medir el punto óptimo de humedad para garantizar la viabilidad de sus semillas.
La actividad enzimática y la desecación no son los únicos factores que dañan las semillas. El crecimiento de hongos también es un problema importante. Las mediciones de la actividad del agua predicen con precisión qué microbios y hongos pueden crecer en un material poroso. Midiendo la actividad del agua de sus semillas, puede predecir si determinadas clases de hongos crecerán o no en ellas.
El cebado de las semillas se consigue con mayor eficacia vigilando y controlando su actividad hídrica. Someta las semillas a actividades hídricas específicas para iniciar la germinación y, a continuación, séquelas a actividades hídricas más bajas para detener la germinación. Estas semillas serán más viables para el siguiente intento de germinación. El control preciso que permite la actividad del agua aumenta los porcentajes de germinación con éxito.

Análisis rapidísimo de la humedad total para reforzar el control del proceso y mejorar la calidad.
